Hacía una tarde preciosa y la emprendedora creativa decidió salir a dar un paseo por la playa, para despejarse.
Llevaba recorrido un trecho corto cuando se fijó en que delante de ella, a poca distancia, caminaba otra persona. Podía ver que era una chica y que parecía contenta. En un momento dado, la joven se dio la vuelta, la miró y le habló, sin dejar de andar:
– ‘¡Hola! ¡Qué alegría que me veas! Y más sabiendo por lo que estás pasando estos días…’.
– ‘¿Quién eres?’
– ‘Pues quién voy a ser… tu felicidad’.
Se frotó los ojos por si era una broma que le estaba gastando su imaginación. Al abrirlos de nuevo, la chica seguía allí, caminando delante de ella.
– ‘Dices que eres… ¿quién?’
– ‘¡Tu felicidad! Qué alegría que por fin puedas verme. Llevas tanto tiempo alejándome que casi había perdido la esperanza de que un día pudiésemos hablar. Casi’.
– ‘…¿Alejándote?’
– ‘Ah, claro, te pasa lo que a tanta gente. Pensabas que tu felicidad era algo que tenías que alcanzar …cuando, en realidad, es al revés: yo estaba dentro de ti desde el principio, y lo único que has hecho a lo largo de tu vida es alejarme más o menos, según el día. Por eso voy andando delante de ti, porque siempre hago lo que tú quieras… si un día me alejas más, pues camino más lejos, siempre delante de ti, para que puedas jugar a perseguirme. Ojalá algún día, pronto, nos volvamos a reunir. Seguro que sí’.
– ‘Pero… ¿cómo puedo hacer para que te acerques?’
La joven se rió con ganas. Una de esas risas que te dicen cuánto se está divirtiendo quien se ríe.
– ‘Y dale… no lo pillas, ¿eh? Yo no me acerco ni me alejo de ti; ¡solo hago lo que tu quieras que haga! Soy tu felicidad. Estoy dentro de ti. Si ahora me ves fuera, es porque en algún momento de tu vida te has creído eso de que la felicidad es algo que hay que lograr, que se persigue, y que depende de cosas y de personas ajenas a ti. Mira, como me caes muy bien, te voy a dar una pista, por si quieres darle la vuelta al asunto’.
– ‘Dime…’.
– ‘A partir de esta noche, cuando te vayas a dormir, haz un repaso del día. Y, justo antes de cerrar los ojos, te dices a ti misma: ‘yo soy feliz’’. Y entonces, te duermes. Y mañana por la mañana, cuando te despiertes, que lo primero que te digas en el día sea: ‘yo soy feliz’.’ Y luego me cuentas.
– ‘Pero ¿y si no soy feliz?’
– ‘Tú eliges. Si me sientes dentro de ti, entonces estaremos juntas desde el principio, y caminaremos juntas, sea cual sea el camino. En lugar de pensar en mí como alguien que te espera en algún sitio, piensa en mí como tu compañera de aventura desde el punto de partida. Estará bien probarlo, ¿no?’
Esa noche hizo como le había dicho. A la mañana siguiente, al despertarse, volvió a decirse: “yo soy feliz”. Y lo volvió a repetir cada noche y cada día, un momento cada vez.
Y un día, al levantarse, de repente, notó algo distinto. Y, para sus adentros, dijo: “ah, estás aquí. Qué alegría. Gracias. Vamos allá. Juntas”.